Los
psicólogos hablamos mucho de autoestima
, de lo importante que es quererse a sí
mismo, valorarse de forma adecuada, pensar de forma positiva sobre nosotros. Y
lo hacemos porque sabemos que los problemas de autoestima están detrás de
muchos de los problemas que llevan a las personas a la infelicidad, la
ansiedad, el miedo o la depresión. Sin embargo parece que públicamente está
mejor visto la persona que es excesivamente modesta que el engreimiento o la
vanidad.
Hace
ya muchos años escuche por la radio, en el delicioso programa “No es un díacualquiera” de RNE, un cuento precioso. Juan Carlos Ortega, su autor, tuvo el
detalle de mandármelo por e-mail, y tal y como lo escribió para la radio lo
público aquí, ya que personalmente creo que nos enseña de forma muy clara uno
de los peores errores que nos aleja de la felicidad y que podemos cometer:
El Quijote
Había una vez, en un país muy
lejano, un señor que, de tanto leer a Cervantes, se volvió completamente loco.
Después de leer 500 veces el Quijote, alterose su juicio e imaginó que el era
el caballero de la triste figura. Tomo su caballo, un precioso pura sangre y el
pensó que era el flaco rocinante. En su mente alterada, creyó que otro de sus
maravillosos caballos era un burro y se lo regaló a un amigo muy guapo, al que
imaginó pequeño y regordete como Sancho Panza. La novia de nuestro
protagonista, una mujer preciosa, tornose en su imaginación fea como Dulcinea
del Toboso. En su mente todo había cambiado. Daba mucha lástima…
En el país de nuestro
protagonista había muchos gigantes, gigantes por todas partes y el, imaginábase
que los gigantes eran molinos de viento. Todos le decían que no, que en
realidad eran gigantes, pero él insistía en su error y figurábase que eran molinos
accionados por el viento. En su andar por el mundo se encontró con personas
ilustradas, pero él imaginaba que eran palurdos sin estudios. A más de un
caballero confundió con un rufián, y a más de una dama confundió con una
prostituta. Todo, en su mente, era como en libro de Cervantes.
Muchas aventuras vivió. Grandes
hazañas donde él era un héroe y todos le aplaudían, pero en su mente enferma
pensaba que siempre hacía el ridículo. Pero en realidad salvó a mujeres, se
batió en duelo, demostró su sagaz inteligencia pero el, en su ignorancia,
pensaba que no hacía más que tonterías. Y así vivió toda una vida sumida en el
error, hasta que murió. 


¿Y ahora quieres la moraleja? Pues
ahí va. Esto os enseñará, queridos amigos, que no solo es locura pensar que uno
es mejor de lo que es, que también es locura imaginar que uno está por debajo
de sus cualidades.
Imagen de TheGiantVermin (CC BY-NC-ND 2.0) de Flickr