Es imposible separar nuestro cuerpo de nuestra mente,
nuestras emociones de nuestras funciones fisiológicas, nuestros pensamientos de
nuestro comportamiento. A veces parece que las dimensiones que forman todo lo
que somos vayan por separado pero no es
cierto. El estrés y la ansiedad por ejemplo nos hacen tensar nuestros músculos,
sudar, que nuestro corazón lata más deprisa, sensaciones subjetivas como la
sensación de ahogo, huir, temblar, sentir miedo.
nuestras emociones de nuestras funciones fisiológicas, nuestros pensamientos de
nuestro comportamiento. A veces parece que las dimensiones que forman todo lo
que somos vayan por separado pero no es
cierto. El estrés y la ansiedad por ejemplo nos hacen tensar nuestros músculos,
sudar, que nuestro corazón lata más deprisa, sensaciones subjetivas como la
sensación de ahogo, huir, temblar, sentir miedo.
Ante lo que pensamos o lo que sentimos nuestro cuerpo
responde igual que lo hace ante lo que nos rodea. Una de las formas que tiene
nuestro cuerpo de responder es a través de nuestra respiración. La respiración
está siempre ahí, no requiere que pensemos en ella, que le prestemos atención,
siempre estaremos respirando salvo que tengamos alguna enfermedad grave que nos
lo impida. Y es precisamente que sea una
función fisiológica involuntaria lo que nos hace olvidarnos muchas veces de
ella, y sin embargo el que nuestra respiración normalmente no nos pida que le
prestemos atención no quiere decir que no sea bueno y necesario.
responde igual que lo hace ante lo que nos rodea. Una de las formas que tiene
nuestro cuerpo de responder es a través de nuestra respiración. La respiración
está siempre ahí, no requiere que pensemos en ella, que le prestemos atención,
siempre estaremos respirando salvo que tengamos alguna enfermedad grave que nos
lo impida. Y es precisamente que sea una
función fisiológica involuntaria lo que nos hace olvidarnos muchas veces de
ella, y sin embargo el que nuestra respiración normalmente no nos pida que le
prestemos atención no quiere decir que no sea bueno y necesario.
Tenemos que partir de un hecho muy habitual, respiramos muy
mal, de forma superficial, de forma acelerada, sin pausa. Muchos pulmones no se airean a fondo nunca. Y no hay
nada más importante que respirar bien, Davis,
Mckay y Eshelman lo describen a la perfección: Respirar es vida. Todos los fenómenos vitales están ligados a procesos
de oxidación y de reducción: sin oxígeno no hay vida. Nuestras células dependen
de la sangre para su aprovisionamiento de oxígeno; si por nuestras arterias
circula sangre pobre en oxígeno, la vitalidad de cada una de nuestras células se
encuentra disminuida.
mal, de forma superficial, de forma acelerada, sin pausa. Muchos pulmones no se airean a fondo nunca. Y no hay
nada más importante que respirar bien, Davis,
Mckay y Eshelman lo describen a la perfección: Respirar es vida. Todos los fenómenos vitales están ligados a procesos
de oxidación y de reducción: sin oxígeno no hay vida. Nuestras células dependen
de la sangre para su aprovisionamiento de oxígeno; si por nuestras arterias
circula sangre pobre en oxígeno, la vitalidad de cada una de nuestras células se
encuentra disminuida.
La respiración profunda y constante provoca relajación de
todo lo que somos, de nuestras dimensiones físicas y mentales. Siéntate en una
silla, en una habitación con poca luz, sin ruido, con ropa comoda y dedica unos
pocos a minutos a respirar de forma consciente, presta atención a tu
respiración. Inspira por la nariz, despacio pero de forma profunda, uno, dos,
tres segundos y comienza a expirar. Hazlo muy despacio, como si tuvieras una
pajita en la boca y soltaras el aire por ella, uno, dos, tres, cuatro… Tu única
labor es respirar, si te vienen pensamientos a la cabeza solamente tienes que
volver a prestar atención a la respiración, eso es lo único que quieres hacer
ahora respirar profunda y tranquilamente.
todo lo que somos, de nuestras dimensiones físicas y mentales. Siéntate en una
silla, en una habitación con poca luz, sin ruido, con ropa comoda y dedica unos
pocos a minutos a respirar de forma consciente, presta atención a tu
respiración. Inspira por la nariz, despacio pero de forma profunda, uno, dos,
tres segundos y comienza a expirar. Hazlo muy despacio, como si tuvieras una
pajita en la boca y soltaras el aire por ella, uno, dos, tres, cuatro… Tu única
labor es respirar, si te vienen pensamientos a la cabeza solamente tienes que
volver a prestar atención a la respiración, eso es lo único que quieres hacer
ahora respirar profunda y tranquilamente.