Hace poco veíamos como el primer paso para ser feliz es decidir ser felices. Pues hoy vamos a ver el segundo paso. Una advertencia, no es el segundo paso de verdad. Después de nuestra primera decisión, los siguientes pasos son personales. Es decir, cada uno necesita elegir cuál es su camino hacia la felicidad, siempre de acuerdo con lo que la ciencia de la felicidad nos dice. Sabiendo que hay situaciones que no nos llevan a la felicidad (el glamour y la fama) y que podemos aprender ser más felices haciendo algunas cosas (como aprendiendo a vivir el presente), es necesario elegir nuestras metas volantes. Cada uno tiene unas potencialidades, variables de personalidad, hábitos aprendidos o simplemente gustos e intereses que puede cultivar y que le van a llevar más fácilmente por este camino del que estamos hablando. Por eso, y para este segundo paso, yo he elegido una apuesta que ha sido fundamental en mi vida y que además es uno de los datos más comprobados y estudiados: la importancia de invertir en relaciones sociales.

Es sabido que quien tiene un amigo tiene un tesoro, pues hoy también sabemos que las personas más felices tienen mejores y más amistades. Y que es un camino en doble sentido, mejores amigos nos lleva a más felicidad y viceversa. Y no estamos hablando sólo de esos amigos que se pueden contar con los dedos de la mano, que también, sino de relaciones sociales positivas de todo tipo, de buenos compañeros de trabajo, de personas con las que compartimos ocio y tiempo libre, de amigos con los compartimos un café o una caña, o con buenos vecinos. Y es que tener más y mejores actividades sociales y las relaciones que eso implica es una estrategia para ser más feliz.

No es cuestión de cantidad, de “venga, a buscar un montón de amigos” (aunque sea a través de Facebook) y conseguir una lista muy grande de ellos. Se trata de buscar (o por lo menos estar muy atento cuando aparezcan), cuidar y mantener gente a la que queramos y nos quiera, personas con las que pasar tiempo y disfrutar haciendo cualquier cosa. Al principio nuestros amigos son los que tocan, los compañeros del colegio o los vecinos. Unas veces esos amigos se mantienen toda la vida y otras no. Poco a poco nos vamos encontrando con personas que se van incorporando a nuestra vida, unas veces por casualidad y otras al compartir experiencias, inquietudes y vivencias parecidas. Lo importante es cuidarlas.
A los amigos se les llama, se queda con ellos, se mantiene el contacto. ¿Y si ellos no llaman?¿Y si ellos no quedan, no mantienen el contacto? Eso es problema suyo y yo no estoy hablando de ellos, estoy hablando de ti. Está claro que no se puede dar siempre y no recibir nunca, que la amistad se entiende como algo recíproco. Si no te sientes correspondido pero sigues queriendo esa amistad, díselo a esa o esas personas, háblalo.
En resumen, hoy te propongo que le dediques tiempo a la amistad. Lo que no se prepara, no se pone en un horario, muchas veces no llega. Propón citas, cafés, cervezas, viajes, actividades. Busca un rato, unas horas o unos días y disfruta de las personas que quieres y te quieren.